Sentirse mal a menudo sin saber muy bien por qué, preocuparse incluso cuando todo está tranquilo, o tener cambios de humor que no se pueden controlar… no es simplemente «ser muy sensible». A muchas personas les ocurre, pero lo viven en silencio o lo normalizan. En realidad, detrás de todo eso puede haber una dimensión de la personalidad llamada neuroticismo. Una que, cuando no se gestiona bien, puede acabar desgastando seriamente la salud emocional y las relaciones.
¿Qué es el neuroticismo?
El neuroticismo no es una enfermedad ni un diagnóstico clínico, sino un rasgo de personalidad. Se refiere a la tendencia a experimentar emociones negativas con mayor intensidad y frecuencia que la mayoría de las personas. Quien puntúa alto en esta dimensión suele tener más facilidad para sentirse ansioso, frustrado, triste o irritado, aunque las situaciones objetivas no parezcan justificarlo.
Este rasgo forma parte del conocido modelo de los Cinco Grandes de la Personalidad (Big Five), y está presente en todos en mayor o menor grado. Pero cuando se vuelve más marcado, puede afectar de forma importante a la calidad de vida.
¿Qué es una persona con neuroticismo? La personalidad neurótica
Una persona con un nivel alto de neuroticismo no es simplemente alguien que se altera con facilidad. En realidad, suele convivir con una fuerte inseguridad interna, miedo al juicio externo y una necesidad constante de validación. La mente tiende a anticipar amenazas o imaginar escenarios negativos, aunque no haya señales objetivas que los respalden.
A menudo, también hay una especie de “hipervigilancia emocional”: todo se siente más, todo se analiza más. Y eso agota. Porque los altibajos emocionales constantes no permiten descansar mentalmente. Desde fuera, puede parecer que estas personas “se lo toman todo a pecho” o que “exageran”, cuando en realidad están intentando sobrevivir a una especie de tormenta interna constante.
Síntomas de una persona con neuroticismo
Aunque no hablamos de un trastorno clínico, sí hay ciertos patrones que se repiten con frecuencia en personas con un nivel alto de neuroticismo. Por ejemplo:
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Ansiedad anticipatoria, incluso en situaciones cotidianas.
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Rumiaciones mentales, es decir, dar vueltas y vueltas a un mismo pensamiento.
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Cambios de humor repentinos, sin un motivo claro.
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Baja tolerancia a la frustración.
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Sensación de que las emociones son difíciles de controlar o gestionar.
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Problemas para desconectar mentalmente o relajarse.
Este perfil emocional suele hacer que la vida se viva en alerta continua, incluso cuando el entorno es estable o tranquilo. Y no, no es cuestión de “echarle ganas”. Se trata de algo más profundo, que tiene que ver con la forma en que el cerebro interpreta y responde al mundo.
¿Qué consecuencias trae el neuroticismo?
Cuando este rasgo está muy presente y no se aborda, puede derivar en consecuencias que afectan diferentes áreas de la vida. Es habitual que aumente el riesgo de trastornos como ansiedad generalizada, depresión o fobias, porque el sistema nervioso está sometido a un estrés constante.
A nivel de relaciones, puede generar conflictos frecuentes por malentendidos o reacciones emocionales intensas. También es común que surjan sentimientos de culpa o vergüenza tras esos episodios, lo que termina alimentando el mismo bucle.
Y en lo profesional, el perfeccionismo excesivo o el miedo al fracaso pueden frenar a estas personas a la hora de tomar decisiones, asumir retos o desenvolverse en entornos competitivos.
¿Qué causa neuroticismo?
La personalidad no es una receta fija, pero sí tiene ingredientes bastante estables. El neuroticismo suele estar influido por una combinación de factores genéticos, temperamentales y experiencias tempranas de vida.
Personas que han crecido en entornos inseguros, con figuras de apego poco estables o con altas exigencias emocionales, tienen más probabilidades de desarrollar este rasgo. A esto se suman ciertos patrones aprendidos de afrontamiento, que se refuerzan con el tiempo si no se intervienen.
Lo importante es que, aunque la predisposición exista, eso no significa que se esté condenado a vivir atrapado en ese estilo emocional. Hay salida.
Test de neuroticismo
Hoy en día, existen test validados que permiten evaluar el nivel de neuroticismo dentro de los rasgos de personalidad. Estos instrumentos no buscan etiquetar, sino ofrecer una fotografía clara de cómo funciona una persona emocionalmente.
Aun así, el verdadero valor del test está en lo que se hace con esa información. Un buen acompañamiento psicológico permite interpretar los resultados de forma constructiva, detectar patrones que generan malestar y trazar un camino hacia el equilibrio emocional.
Si crees que podrías tener un nivel alto de este rasgo, lo mejor es comentarlo con un profesional que pueda ayudarte a entenderlo en contexto.
Tratamiento para el neuroticismo
No existe una “cura” como tal porque no hablamos de una enfermedad. Pero sí hay tratamiento psicológico que ayuda a transformar la forma en que se experimentan y gestionan las emociones.
Desde nuestro enfoque en el Gabinete de Psicología Desirée Infante, trabajamos con herramientas como la terapia cognitivo-conductual, el trabajo con autoconcepto y autoestima, y técnicas de regulación emocional y gestión de pensamientos negativos. El objetivo no es cambiar la personalidad, sino mejorar el bienestar de quien la vive.
Cuando la persona aprende a interpretar su mundo interior con más amabilidad y recursos, lo que antes era un rasgo que generaba sufrimiento, puede convertirse en una sensibilidad emocional bien canalizada.
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